Las fornicaciones de Pompeya, los incestos de la biblia, la
homosexualidad en Grecia: la cultura, el fondo
de nuestra cultura, no es sino un trenzado de cuerpos, una larga y
complicada copula, y de este
torbellino confuso y caliente, lascivo y
pletórico nace una flor árabe “EL JADIN PERFUMADO”
Cualquiera que sea el corte que se haga en la historia de la humanidad, hay unas constantes que se repiten en toda la
esfericidad de la tierra, realmente las antípodas no existen, por que las pirámides
aztecas son paralelas de las pirámides egipcias y los alejandrinos de Rubén Darío
son paralelos de los salmos de la biblia lo que viene a confirmarnos, por una
porte, que el erotismo es un hecho cultural, y por otra: que es menos variada de lo que parece.
El sexo acusado de tristes aberraciones en rigor no sufre más
que dos: el erotismo y la pornografía. El erotismo es la aberración culta,
digamos, y la pornografía es la aberración mercantil , el erotismo es nada
menos que la cultura del sexo, por la cual el hombre se separa de los demás animales,
al erotismo le debemos el orgasmo de la mujer, el control de la natalidad, la poesía,
la música, la pintura, el cine, etc.
El jardín perfumado, que, como de expresado, no es sino la
replica de todos los tratados orientales y occidentales, atraerá sin duda al
curioso lector por el exotismo de su origen; arabia, y le confirma luego: que
el sexo es igual en todas partes, y que las variantes no las da la geografía sino
la imaginación.
El jardín perfumado
Autor: Sir Richard Burton
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